Ikkoku

Lo bueno del manga es que generalmente tiene muchos tipos diferentes de personajes. Hablando sólo de los masculinos hay varios tipos: los pringaos como los personajes de Genshiken, los patéticos como cualquier protagonista de un manga de Katsura, los plasta-traumatizados como Shinji Ikari, etc... También hay personajes divertidos, inteligentes, aguerridos y valientes pero, sinceramente, no tiene gracia mencionarlos. Aparte de los que he mencionado hay un tipo de personaje que suele caer bien a la mayoría, es el Pobre Infeliz.

Un gran ejemplo de Pobre Infeliz (que a partir de ahora llamaremos P.I.) es Godai, el protagonista de Maison Ikkoku.

La historia comienza con Godai intentando huir (o algo así...) de el lugar en donde vive: la pensión Ikkoku y de sus vecinos, que le están persiguiendo para que no se vaya. Pero como es un P.I. su intento se ve frustrado y es que una bonita chica llamada Kyoko entra por la puerta y les dice que es la nueva encargada del edificio. Como Godai, aparte de ser un P.I. es un membrillo, nada más ver a Kyoko empieza a enamorarse de ella y decide no irse de lugar.

Hay que decir que en teoría Godai está en el Ikkoku para estudiar para los exámenes de acceso a la universidad, pero como no es muy listo y además está rodeado de vecinos que le cotillean las cosas, le agujerean la habitación y se comen su comida, no consigue aprobar ni a la de tres. Ése es el motivo de que le llamen cateado cosa que molesta terriblemente a nuestro protagonista.

El resto de la serie es una sucesión hilarante de situaciones incómodas y malentendidos, donde los vecinos se dedican a vacilar a Godai y a Kyoko. Y donde nuevos personajes aparecen para crear tensión y nuevos polígonos amorosos. Y, para enlazar con el principio de post, en todas las escenas se demuestra por qué Godai es un P.I., es su sino, me temo. Todo narrado de forma exquisita por Rumiko Takahashi.

Los personajes que viven en la pensión son de lo más curioso. Hay una mujer de mediana edad aficionada a la bebida que vive con su hijo y su marido (del que se duda que realmente exista); una mujer también bastante aficionada a la bebida que se pasea medio desnuda por el Ikkoku; un extraño señor que se dedica a espiar a sus vecinos y a robarle la comida a Godai, del cual no saben absolutamente nada aparte de su nombre... Vamos, un circo.

Con estos "compañeros", es normal que Godai lo pase tan mal. Pero sin ellos, su vida no sería tan emocionante, aunque seguro que él lo agradecería.